¡Hola! Siento haber tenido la historia tan abandonada, pero os prometo que este verano la voy a continuar. Puede que publique un poco cada día y acabe dividiendo los capítulos en distintas partes. ¿Que os parece?

En fin, aquí lo tenéis. Espero que os guste.







Capitulo 4: Un nuevo comienzo

Mataba mi tiempo mirando por la ventana, fingiendo mirar el paisaje cuando en realidad no veía nada. Sólo Pensaba. En Beth. En mi partida. En todo. O mejor dicho, lo intentaba. Pero a aquellas alturas, después de tres largas horas de avión, los pensamientos se volvían borrosos, se distorsionaban y se mezclaban entre ellos de una forma surrealista, formando cúmulos de palabras sin sentido. Me dolía la cabeza, y sentía todos los músculos del cuerpo abarrotados, preguntándome si sería capaz de volver a moverme de nuevo.

De pronto, una voz procedente de la cabina del piloto me sacó de mi eterno letargo. Pestañeé, mirando a ambos lados del alado vehículo y encontrándome con situaciones muy similares a la mía; personas despertando de su siesta y mirando alrededor, confundidas. Una pequeña sonrisa traviesa apareció en mi boca sin motivo alguno. Al percatarme de aquél detalle, me puse seria y escuché lo que el piloto tenía que decirme.

“ SEÑORAS Y SEÑORES, ME COMPLACE INFORMARLES DE QUE DENTRO DE APROXIMADAMENTE UN CUARTO DE HORA TENDREMOS LONDRES A NUESTROS PIES. “

Suspiré, sin saber si debía sentirme feliz o apenada. Echaba de menos a Beth. No podía dejar de torturarme pensando en ella y en cómo le estarían yendo las cosas. A lo mejor si la hubiese visto una última vez habría podido despedirme de ella apropiadamente, pero, ciertamente, todo sucedía por un motivo, y tenía que aceptar lo que viniese. También echaba de menos a mis padres, aunque en menor medida. Nuestra despedida había sido un poco fría; todos nos habíamos contenido con el propósito de esconder nuestros sentimientos. Sin lágrimas ni palabras de consuelo, ciertamente aquello no podía llamarse despedida, pero mi familia era así. Y en aquél momento era algo que agradecía; mi pánico a las despedidas no había hecho otra cosa que ir en aumento recientemente, y empezaba a ser preocupante. Finalmente, decidí dejar de darle vueltas.

Veinte minutos después, me encontraba en medio del aeropuerto londinense, sin saber muy bien cómo había llegado allí. Miré alrededor; no sabía a donde dirigirme. En teoría, mi tía Rachel debía venir a recogerme para llevarme a Vrenies, pero no la veía por ningún lado. Bueno, si la hubiese visto tampoco habría reparado en ella, ya que no tenía ni la menor idea de su aspecto físico. Cabe añadir que eso se debía a que no la había visto nunca –o eso creía yo–. De pronto, una mano asió mi hombro, y volteé rápidamente, asustada. El chico me sonrió, tendiéndome la mano.

“ ¡Hola, Daianne! “ exclamó el desconocido efusivamente. “ ¡Cuánto tiempo sin verte! Por dios, chica, ¡has crecido un montón! “

Le miré, desconcertada. No le conocía, pero su cara tenía un deje que me resultaba familiar.

“ ¿Y tu eres...? “ interrogué mientras rechazaba su mano descaradamente.

“ Christian. “ Se encogió de hombros, como dándome a entender que su nombre era la
llave que abría el cofre del tesoro.

“ Perfecto. “ repuse molesta. “ Ahora lo tengo todo más claro. “

“ Oh, vamos. “ bufó exasperado. “ No es necesario que finjas que no recuerdas a tu primo favorito. “

“ ¿P-primo? “ susurré. Oh, sí. Mi padre había comentado algo sobre un tal Christian.

“ Si. Primo. “ dijo orgulloso. “ ¿Es cierto que no me recuerdas ni un poco? “ Su mirada se ensombreció, parecía triste.

“ No, lo siento... “ contesté avergonzada. “ Mis padres dicen que probablemente se debe al golpe que me di cuando tenía... “

“ ...diez años. “ finalizó Christian con una sonrisa triste. “ Sí, lo recuerdo. Matt y yo estábamos contigo cuando pasó. “

“ ¿Matt? “ El nombre también me sonaba.
Chris puso cara de cachorrito abandonado, estaba al borde del llanto. Y yo no podía soportar la simple idea de hacer sufrir a alguien.

“ No recuerdas a Matt. “ dijo más como una afirmación que como una pregunta.
Negué con la cabeza, cohibida. Quería recordar, pero no podía.

“ Y-yo... L-lo, lo siento, Christian. No puedo recordar nada de nada. Es... es frustrante. “ Fruncí el entrecejo y me devané los sesos intentando recuperar la memoria perdida.

“ Bah, no le des más vueltas. Es normal. “

Le miré sin entender, y cuando se percató de lo que había salido por sus labios tuve la extraña sensación de que se arrepentía de haberlo dicho.

“ ¿Normal? “

“ Si, bueno, ya sabes. Por lo del golpe y todo. El médico dijo que podías tener amnesia.”

“ Ah, si. “ dije poco convencida, con la sensación de que no era aquello lo que había querido decir.

“ ¿Nos vamos? “ Me dirigió una sonrisa traviesa, ya recuperado de todos los males.

“ Claro. ¿Dónde está la tía Rachel? “

Posó su mirada en mi, asombrado.

“ ¿Rachel? No está. “ respondió escueto.

“ ¿No? “ fruncí el ceño involuntariamente.

“ Está de viaje. “

“ Ah. “ Quería preguntarle dónde, pero corría el riesgo de parecer una cotilla, por lo que opté por callar.

“ Vamos, ya hablaremos en casa. “ Sin esperar mi respuesta, me tomó de la mano y se cargó mi maleta en el hombro, dedicándome una sonrisa de superioridad.

“ Machito. “ bufé.

“ No has cambiado en absoluto. “ respondió ensanchando su sonrisa al máximo; una sonrisa que me resultaba insoportablemente familiar.

“ Me resultas familiar. “ puntualicé mientras me dejaba arrastrar por todo el aeropuerto mientras mi primo buscaba la salida.

“ ¿No me digas? “ repuso irónico.

Puse los ojos en blanco. Aquél iba a ser un año muy largo.


Finalmente, después de mil horas de camino, llegamos a Vrenies, pueblo natal de algún familiar y supuesto lugar de mi veraneo infantil. Me había quedado dormida al principio del trayecto, y al despertar me encontré en una oscura habitación y dentro de una cama que no era la mía. Entré en pánico.

“ No te alteres, primita. “ me susurró alguien al oído. Era Christian.

“ Christian, me has asustado. ¿Cómo he llegado aquí? Lo último que recuerdo es haberme dormido en el coche. “

“ Te he subido yo. “ ¿Qué el me había subido? Me ruboricé solo con imaginarlo, pero confié que la oscuridad que lo envolvía todo lo disimulara.

“ No te ruborices. “ Chris reía suavemente.

“ ¡No lo hago! “ exclamé alarmada enrojeciendo aún más.

“ Claro que lo haces. Siempre has sido así, y yo lo sé muy bien. Te conozco mejor que tú. “ dijo orgulloso.

“ Ya, claro. Más quisieras. “ contesté un poco mosqueada.

“ Te has enfadado. “ puntualizó.

“ No, para nada. “ dije entre dientes. “ Bueno, dejémoslo estar. ¿Vas a quedarte aquí toda la noche o me vas a dejar dormir tranquila? “

“ No sé tú, pero yo no duermo por la mañana. “

“ ¿Eh? “ dije tontamente.

“ ¡Son las dos del mediodía, bella durmiente! “ gritó mientras levantaba la persiana
de la habitación, permitiendo así que los rayos del sol entrasen y me diesen de lleno
en la cara.

“ ¡Ai! “ me quejé tapándome la cara con la almohada. “ ¿Eres idiota? ¿No ves que aún estoy medio dormida? “ dije enfurruñada.

“ Oh, vamos. ¡No puedes dormir más! Hoy tenemos muchas cosas que hacer. “ exclamó emocionado.

“ ¿Qué cosas? “ repuse desconfiada. “ Mira, no te ofendas, pero ni te conozco ni quiero hacer nada contigo, ¿vale? “ Las buenas maneras de las que había hecho gala el día anterior se las había llevado el viento, pero ya estaba harta de que ese chico me tratase como a una íntima amiga. Vale que era probable que fuese mi primo, pero aún así, no lo conocía de nada. Y mi simpatía con los desconocidos era limitada. Muy muy limitada.

“ ¡Tranquila, Daisy! Ya sé que tu habilidad de conversar con los desconocidos es muy limitada, pero no te preocupes, que pronto me vas a recordar y todo va a volverse más fácil. Mientras tanto, ¿por qué no vamos por ahí y nos divertimos? “

“ ¿C-co-como me has llamado? “ susurré sorprendida. Recordaba aquél mote estúpido que alguien me había puesto alguna vez.

“ Daisy. Matt y yo solíamos llamarte así para molestarte, aunque él a veces utilizaba otro mote. No me preguntes cual es, porque no lo recuerdo. “

“ ¿De verdad os inventasteis vosotros ese mote? Recuerdo que cuando era pequeña alguien me llamaba así… ¿Será que empiezo a recordar? “ pregunté animada.

“ Puede. “ respondió Christian con una sonrisa enigmática.

“ Oye, Christian… “ empecé.

“ Llámame Primi, por favor. De pequeña lo hacías. “ Tenía una sonrisa enorme en la cara.

“ ¿Sí? “ dije enarcando las cejas “ Lo dudo. “ continué, rascándome el mentón en actitud pensativa. Yo nunca he sido el tipo de chica que inventa motes cursis.

“ No la engañes más, Chris. “ le reprendió una voz masculina procedente de la puerta.

Los dos nos giramos a la velocidad de la luz al notar otra presencia.

“ Oye, tío, no me seas aguafiestas. Con lo bien que nos lo estábamos pasando. “ refunfuñó Christian decepcionado.

“ ¿M-matt? “ exclamé de pronto.

Los dos chicos me miraron realmente sorprendidos.

“ ¿Me recuerdas? “ susurró él emocionado. Sus ojos azulados brillaron durante un instante.

“ Un poco. Creo. “ susurré insegura. “ ¿Nos conocimos en un río? “ pregunté tímidamente.

“ Así es. “ afirmó ensanchando su sonrisa. “ Tú estabas a punto de ahogarte, y yo te salvé la vida. “

“ Pues… gracias, supongo. Ahora ya entiendo porque le tengo pánico al agua.” Pensé en voz alta.

Los dos chicos se rieron ante mi comentario, y Matt se alejó de la puerta para sentarse a mi lado en la cama.

“ ¡Has crecido mucho! “ se maravilló estudiándome de arriba a abajo, algo que me incomodó. “ Oh, lo siento. Aún te incomoda que te miren, ¿verdad? “

“ Podríamos decir que sí. “ respondí cohibida.

“ Bueno, me alegra que no hayas cambiado en absoluto. Tenía miedo de encontrarme a otra Danie totalmente distinta a la que fue mi mejor amiga. “ dijo alegre.

“ Oh. También recuerdo ese mote. Aunque… “ dije mirando a Christian “ me parece que éste si me gustaba. No como el otro, Daisy. “

“ ¡Oye, Chris! ¿Pero qué mentiras le has contado a la pobre? ¡Pues claro que te gustaba que te llamase Danie! Adorabas el nombre… En aquél entonces decías que Daianne era nombre de abuela y que tú querías algo más adecuado para tu edad. “ recordó riendo. “ A Chris se le ocurrió llamarte Daisy, pero tu odiabas aquél mote estúpido. Yo propuse cambiarlo por Danie, y tu aceptaste inmediatamente. Amabas aquél nombre. “ prosiguió, aún riendo.

“ Es verdad… “ dije soñadora. “ Me gustaría recordar más cosas sobre vosotros, chicos… “ respondí cabizbaja.

Los dos se lanzaron una mirada significativa muy sospechosa.

“ Lo harás, Danie, no te preocupes. “ susurró Matt abrazándome.

Y aquél abrazo me resultó tan familiar que tuve que aguantarme las lágrimas. Recordaba sus abrazos pero no lo que había vivido con él. Aquello era raro, muy raro.

Allí había gato encerrado, ¿o no?



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¡Bueno, bueno, bueno!

Espero que os haya gustado, aunque sea un poco casi nada, y espero que volváis a pasaros por mi blog como hacíais antes. (Entiendo que ahora esté abandonado porqué yo casi nunca me paso por aquí... ¡Mea culpa!


besos :)


jeeeeei_


De verdad, ahora que ya he acabado el curso no sé como me puedo permitir no pasarme por el blog un mínimo de veces por la semana...

¡Soy de lo que no hay!

En fin...

Os dejo con un pequeño oneshot que escribí hace unos meses. Es un poco cursi (me encanta lo cursi xD) pero espero que os guste.

Amor Eterno.


Ella camina por los pasillos del instituto con la vista clavada en el suelo y arrastrando los pies; no quiere verle. No quiere que él vuelva a ver a través de ella como si fuese una aparición, no quiere sentir que su existencia pasa desapercibida a sus ojos.

Pero la verdad duele, y ésa es su verdad. La misma de todos los días. Una verdad que por mucho que ella se esfuerce no cambiará ni en un millón de años.

¿Qué esperabas? Se recrimina ella interiormente. ¿De verdad creías que hoy te vería? Siempre has sido invisible a sus ojos, y siempre lo serás. Asúmelo. Y de verdad quiere asumirlo. Y lo intenta, vaya que si lo intenta. Pero no puede. No es capaz de decirle a su imaginación que deje de soñar con que sus miradas se crucen. No es capaz de dejar de desear que él la vea, que sepa que existe. No es capaz de dejar de anhelar su amor en silencio, ni de pensar en él las veinticuatro horas del día. Pero quiere, de verdad que quiere. Aún así, no puede.

Le ama. Lo tiene claro des de la primera vez que le vio. Muy claro. Puede que demasiado. Pero él… él nunca la ve. No sirve de nada que se pinte, se ponga un vestido bonito o luzca su mejor sonrisa, ya que él nunca va a reparar en ella. Nunca jamás.

Porque él es el príncipe y ella la sirvienta, y los príncipes no se fijan en las sirvientas. Ni ahora ni nunca. Porque el destino del príncipe es casarse con una bella princesa y el de la sirvienta es barrer hasta perecer. Siempre ha sido y será de esa forma, y ella no puede cambiarlo aunque quiera. Aunque lo desee con todas sus fuerzas, no hay nada que pueda hacer. No es capaz de alterar el orden de las cosas. El orden es sagrado, y ella lo sabe. Mejor que nadie. Pero le duele. Le duele el simple hecho de saber que él nunca posará sus ojos en ella, que para él siempre será una simple sirvienta. Nada más, nada menos. Le duele tanto que quiere llorar. Llorar y ahogarse en su llanto, desapareciendo así de un mundo que no sabe ni que existe. Nadie la echará de menos, y eso lo sabe muy bien. Demasiado bien.

Los ojos le escuecen, y las lágrimas se agolpan, luchando para salir. Intenta contenerse. Lo intenta con todas sus fuerzas. Pero no puede. Su mirada se nubla, ya no ve nada. Solo a él. El magnífico príncipe que estará fuera de su alcance eternamente. Tan perfecto. Su perfección hace que aún le duela más su rechazo. Las lágrimas siguen descendiendo, no hay tregua que valga.

Pero entonces… entonces algo pasa. Se rompe el ciclo de las cosas. Y ese ciclo nunca se rompe. Nunca. Pero ahora está roto. Lo está. Porque él la ha visto. Ha reparado en la triste sirvienta que llora por las esquinas, y se está acercando a ella. Rápidamente y decidido; sin miedo. Entonces ella le ve. Las lágrimas aún nublan su vista, pero le ve. Le ve porque es él y no otro quien se le acerca. El príncipe prohibido que ella tanto anhela. Le mira, con los ojos entrecerrados y la mandíbula ligeramente desencajada.

Él se limita a regalarle una sonrisa y a seguir acercándose. Ella está feliz. Tan feliz que las lágrimas se detienen de golpe; ya no las necesita. Y entonces es cuando lo comprende todo. Comprende que lo importante no es ser sirvienta o princesa. Comprende que el amor está por encima de cualquier banalidad. Comprende que él la ama. Todavía no se lo ha dicho, pero ella tiene la certeza de que es así. Lo ve en sus ojos, y sabe que va a pasar a continuación.

Él llega a su lado y la mira. Ella le devuelve la mirada. Luego se sonríen y se funden en un beso. Un beso que lo significa todo. Un beso que significa la eternidad. Y es entonces, cuando sin tan siquiera haber cruzado una mísera palabra, firman un pacto secreto. Amor eterno.




Espero que os haya gustado aunque sea solo un poquitín.

Besos, y os prometo que voy a pasarme más a menudo y a colgar más historias.


jeei_


Buenas...
Hace como un millón de años que no me paso por aquí... Y aún me pregunto si alguien leerá esto, porqué después de tanto tiempo sin colgar nada seguro de que ya ni os acordáis de que existo. Bueno... yo me lo he buscado.

Pero vamos, que intentaré pasarme más a menudo y decir algo, aunque no sea colgar ningún capítulo, como hoy, ya que estoy de exámenes y no tengo tiempo ¡para nada!

En fin... que he visto éste desafío del 2011 en un blog y he querido animarme y hacerlo. ¿Lo conseguiré? ¡Buena pregunta!

En fin, que vuelvo a pediros mil disculpas y os ruego que me perdonéis, y de paso os dejo con el banner del desafío. ;)







Adiós, y hasta pronto... o eso espero :)


Después de muchísimo tiempo sin subir ningún capitulo... ¡no tengo excusa, ya que estamos en vacaciones! me digno a aparecer por aquí y a traeros un capítulo muy muy cortito (lo siento de verdad, pero creo que la inspiración me odia >.< )

Espero poder postear más a partir de hoy, ya que parece que la inspiración ha dejado de odiarme un poquitín, pero no voy a confiarme demasiado.

Por ahora, os dejo el tercer capi.

¡Espero que os guste!


Capítulo 3: Adiós y hasta pronto







“ ¡No! “ chillé desesperada ante la obstinación de mi padre. “ Quiero quedarme aquí, por favor. No me importa tener que renunciar a algunas cosas, pero te lo ruego, papá, deja que me quede. “


“ No puedo hacer eso. Además, hija, tu madre y yo lo hacemos por tu bien. “


“ Si, ya. “ resoplé. “ ¿A destruir mi vida y separarme de mis amigos lo llamas hacerlo por mi bien? No, papá, deja de engañarte. No intentes quitarme lo que tengo, lo que soy. “


“ No seas tan fatalista. Puedes hacer nuevos amigos y adaptarte a la nueva situación sin ningún problema. “


“ Claro, para ti es muy fácil decirlo. Actúas como si no me conocieras.”


“ Basta, Daianne. No quiero seguir discutiendo. “


“ Ni yo. “


“ Por fin hay algo en lo que estamos de acuerdo, ¿no? “


“ Papá… “ rogué “ Por favor… No quiero irme de Yuma. “


“ Vas a tener que irte te guste o no, al menos durante un tiempo. Además, ya tienes amigos en Vrenies, ¿verdad? “


“ ¿Pero qué estás diciendo? Nunca antes había oído este nombre. “


“ ¿Qué? Hija, de verdad que me desorientas. Cuando eras pequeña pasabas tus veranos allí. “


Exprimí mi cerebro intentando recordar algo sobre aquellos misteriosos veranos en Vrenies, pero no conseguí acordarme de nada. Era extraño, puesto que yo destacaba por tener una buena memoria.


“ Papá, ¿estás seguro de lo que dices? Porque yo no recuerdo haber ido nunca. Es más, recuerdo haber pasado mis veranos junto a la abuela en Londres. “


“ Lo que dices es imposible, ya que cuando tú eras una niña mi madre vivía aquí con nosotros, ¿recuerdas? “


Me quedé patidifusa ante aquella afirmación, ya que mi padre tenía toda la razón. La abuela se había ido a vivir sola a Londres dos años atrás, por lo que era imposible que yo hubiese pasado mis veranos con ella en la capital. Pero… ¿entonces porque recordaba aquello como si hubiera sucedido de verdad? En aquellos momentos ya no tenía nada claro, ya no sabía nada. Estaba demasiado confusa como para intentar encajar las piezas de aquel extraño rompecabezas, y además no estaba de humor para intentarlo.


“ Hmmm… “ agregué como única respuesta.


“ ¿Qué haces? “ inquirió papá.


“ Pienso. “ respondí tajante.


“ ¿En qué? “ Si que era insistente el señor.


“ En lo que me has dicho. Y tienes razón. Pero… ¿Dónde está Vrenies? “


Mi padre suspiró, resignado.


“ Vrenies es un pueblo situado cerca de Whitby, una ciudad situada en la costa del nordeste de Inglaterra, en la provincia de Scarborough, Yorkshire del Norte. “


“ Por lo tanto, está en Inglaterra. “


“ Si. “


“ No voy a ir. “ Mi persistencia estaba empezando a asustarme hasta a mí misma.


“ Cariño… no lo hagas más difícil, por favor. “ rogó mi padre.


“ Pero papá… de verdad que no quiero irme... No quiero ir a vivir con esa tal Rachel.
No la conozco. “


“ ¿Qué no la conoces? ¡Pero si cuando eras pequeña la adorabas! “ dijo exasperado.


“ La verdad, no lo recuerdo. “ puntualicé.


“ Puede que después de aquél golpe olvidases algunas cosas… “ dijo pensativo.


“ ¿Qué golpe? “ inquirí.


“ ¿No… no te acuerdas del golpe? “ Me miraba fijamente, intentando leer mi expresión.


“ Hum… no. “


“ Fue hace siete años. Estabas veraneando en Vrenies cuando te caíste de un árbol y te abriste la cabeza. No fue nada grave, pero el médico de allí nos dijo que cabía la posibilidad de que tuvieras amnesia durante un tiempo. Decidimos no volver a hablar del tema, pero no creímos que te olvidarías de aquello… ¿de verdad no te acuerdas de nada sobre Vrenies? ¿No te acuerdas de tu primo Chris ni de Matt? Te pasabas el día siguiéndoles de un lado a otro… “


“ ¿De quién? ¿Chris, Matt? No conozco a nadie que se llame así, papá. Me estás asustando… “


“ Eres tú quien me asusta a mí, hija. ¿Cómo puedes haber olvidado la mejor época de tu vida?“ se le notaba que estaba desconcertado, porque tenía el ceño fruncido y miraba al vacío, ignorándome.


“ No… consigo recordarlo. “ dije esforzándome y haciendo memoria. No recordaba nada de mis veranos, solo tenía la ligera impresión de que los había pasado con la abuela en Londres, pero aquello era imposible…


“ No te fuerces, cariño. “ me dijo papá levantándose y sentándose a mi lado.


“ Va-vale… “ respondí aún confundida. ¿Cómo era posible que no me acordase de nada, absolutamente de nada?


“ Y sobre las maletas… “ prosiguió él


De repente mis pies volvieron a pisar la tierra, y me acordé de que aquél no era el tema importante en aquellos momentos. Ya tendría tiempo de sobras para pensar en ello.


“ Papá, te repito que no puedo irme. ¡Beth tiene leucemia! “ Crucé los dedos deseando que aquella escusa fuese más efectiva.


“ Lo sé. “ respondió tomándome por sorpresa.


“ ¿Lo… sabes? “ pregunté anonada.


“ Sí, los padres de Beth nos llamaron el otro día y nos lo contaron. Siento mucho lo que le está pasando a Beth, pero como bien sabrás van a internarla en un hospital, por lo que tú no le servirás de ninguna ayuda. Lo mejor que puedes hacer es darle tu apoyo y seguir con tu vida. “


“ Hablas como si fuera a morirse, y los dos sabemos que eso no va a pasar. “ respondí molesta.


“ Esperemos que tengas razón. “ dijo frotándose el entrecejo. “ Aún así, nuestra decisión es irrefutable. Te marchas, no hay nada más que añadir. “


Se levantó bruscamente de mi lado y se dirigió a la cocina, abrió el frigorífico y sacó una cerveza, para luego aposentarse en el sofá y ponerse a ver la televisión, ajeno a todo lo demás.


Me quedé mirándole con odio, puesto que no quería irme. Beth me necesitaba a su lado, ahora más que nunca. Estaba pasando por unos momentos muy difíciles, y si me marchaba estaba segura de que se deprimiría aún más. No podía permitirlo… ¿pero qué podía hacer contra la decisión de mis progenitores?


Subí enfurruñada a mi habitación y cogí el teléfono inalámbrico de encima de la mesita de noche. Marqué el número de Beth, y esperé pacientemente. Al segundo pitido, Beth cogió el teléfono.


“ ¿Diga? “ preguntó curiosa


“ Soy yo, Daianne. “ le dije un poco nerviosa.


“ Dai… ¿qué pasa? “ dijo dándose cuenta de que algo iba mal.


No pude aguantar más. Las lágrimas empezaron a embargarme, y minutos más tarde me encontraba llorando desconsolada con una Beth histérica al teléfono.


“ ¡Dai! ¡Por dios! ¿Qué pasa? ¡Dai! “


“ Beth… “ dije entre sollozos. “ No quiero irme… quiero quedarme contigo… No…”


“ ¡Daianne Gabini, basta de llorar! “ exclamó Beth de sopetón. “ ¿Desde cuándo te has convertido en una llorona? ¡No recuerdo que nos hayamos intercambiado los papeles! “


“ Ti-tienes razón. “ dije sorbiéndome la nariz. “ No soy una llorona. ¡No lo soy! “ Paré de llorar y me sequé unas pocas lágrimas rebeldes con el dorso de mi jersey. “ Siento este espectáculo, Beth. Debí empezar por el principio. “


“ Así me gusta. ¿Tiene algo que ver con tu mudanza a Vrenies? “ inquirió.


“ Eh… si. Espera, ¿cómo lo sabes? “ pregunté extrañada.


“ Tu madre me ha llamado antes y me lo ha contado todo. “


“ Pero… ¿por qué? “ Estaba muy enfadada con mi madre por haber hablado con mi amiga sin mi permiso. Quería ser yo la que le diese la mala noticia.


“ Por qué quiere que la apoye, que la ayude a convencerte para que te vayas. “ dijo tristemente.


“ Y… ¿tú que le has dicho? “ pregunté asustada.


“ Qué voy a ayudarla. Lo siento, Dai. A mí también me gustaría que te quedases aquí conmigo, pero irte es tú única salida. Yo estaré bien. Sé cuidarme sola, y, por si lo habías olvidado, también tengo a Eliot. El va a cuidar de mí, y lo sabes… “ Su voz fue descendiendo de volumen hasta convertirse en un tímido susurro.


“ ¡Quiero ser yo quién te cuide! “ grité desesperada. Me sentía inútil e impotente, sólo sabía que no quería irme de allí y dejara sola, y también sabía que ella no quería que me fuera.


“ Yo también te quiero a mi lado, pero no hay nada que podamos hacer. Tienes diecisiete años, no puedes vivir sola, y mucho menos coger un empleo. Nadie va a contratarte sin tener experiencia y siendo menor de edad. “


“ Lo… lo sé. Pero se me va a ocurrir algo, ya me conoces. Voy a hacer lo que sea… “


“ No. “ exigió tajante. “ Ya basta. Siempre has estado cuidando de mí, y ahora me toca a mí cuidar de ti. Vete, lejos de aquí. Empieza una nueva vida, lejos de este estúpido instituto, lejos de todas las cosas que te atormentan. Sé feliz, por una vez en tu vida. No podrás hacer nada por mí si te quedas, solo ver cómo me voy marchitando cada día más. Por favor, vive por las dos la vida que no podré vivir. “ Beth estaba llorando. Lo supe al instante. Sabía que tarde o temprano iba a morirse, y me estaba pidiendo que me fuese, que viviese por las dos. Dios mío, lo tenía tan asumido…


“ Pero… Bethy… tú no vas a… “ dije dejando la última parte de la frase en el aire.


“ Nadie lo sabe, pero prefiero estar preparada para todo. Sé que nunca podré llegar a ser lo fuerte que eres tú, ya que mi debilidad siempre ha podido conmigo, pero te prometo que voy a intentarlo con todas mis fuerzas. No va a ser tan fácil acabar conmigo. Pero solo voy a hacerlo cuando sepa que tú lo estás intentando tan duro como yo. Quiero ver que te esfuerzas en empezar de nuevo, sin todas las preocupaciones que tienes ahora mismo. Sé que nunca has sido feliz, lo sé desde que te vi por primera vez. Todos lo sabemos. Tú, yo, tus padres. Lo hacen por tu bien, Dai. Sólo quieren que seas feliz. Y yo también lo quiero. “


Las palabras de Beth me dejaron sin aliento. Yo… ¿nunca había sido feliz? Considerando que no sabía lo que era la felicidad, era improbable que lo hubiera sido, pero nunca me lo había planteado de una forma tan seria. ¿Qué es la felicidad? ¿No voy a poder ser feliz si me quedo a vivir aquí?


“ Pero… yo estoy feliz. Aquí, contigo. “ dije dubitativa


“ No es verdad, Dai, y tú lo sabes. Siempre estás preocupada por algo. Ya sea por tus padres, por mí, por las chicas del instituto o por cualquier otra cosa. Este… este no es tu sitio. No eres tú misma aquí. “


“ Yo… ¿yo misma? “ pregunté confusa.


“ Sí. ¿Aún recuerdas la última vez que te reíste? “ Parecía como si me estuviera psicoanalizando, pero decidí seguirle un poco más el juego y descubrir de que iba todo aquello.


“ ¿Hoy? “ aventuré.


“ ¿En serio? Porque yo no te he visto demasiado feliz, considerando que te he dicho lo de la leucemia y que tú has estado preocupada durante todo el día por la inminente separación de tus padres. “


“ Pero ha sido sólo hoy… Soy relativamente feliz aquí, Beth. “


“ ¿Vas a ser feliz cuando yo me vaya y te deje sola en el instituto? “
Me quedé sin palabras, puesto que Beth había dado en el clavo.


“ No. “ respondí resignada.


“ ¿Lo ves? “ dijo suspirando. “ Dai, no me malentiendas. No hay nada que desee más en el mundo que tenerte a mi lado las veinticuatro horas del día, pero tú no eres mi esclava. Soy tu amiga, y como buena amiga que soy, quiero lo mejor para ti. Y en estos momentos, lo mejor es que te vayas. Hazme caso. Inténtalo, al menos. Pero no lo hagas por mí, hazlo por ti. Por tu felicidad. “


“ Yo… no sé qué decir. “


“ No digas nada. Ve a recoger tus cosas y márchate dentro de dos días. Haz felices a tus padres y intenta encontrar tu propia felicidad. ¿Lo harás? “


“ S-sí. “ respondí unos minutos después. “ ¿Nos veremos antes de que me vaya? “ pregunté esperanzada.


“ No. “ repuso triste.


“ ¿Por… por qué no? “ inquirí al borde del llanto


“ Por qué es lo mejor. Si vuelvo a verte otra vez temo que no seré capaz de dejarte marchar. Y creo que el sentimiento es mutuo. “


“ Tienes razón. “ coincidí al fin. “ Pero… ¿nos llamaremos, verdad? “


“ Cada día. ¿Prometido? “


“ ¡Prometido! ¿Te llamo mañana? “


“ Llámame cuando hayas llegado a Vrenies. “


“ Bien… “ respondí cabizbaja. “ Te quiero muchísimo Beth, no lo olvides nunca. Eres mi mejor amiga, ahora y siempre, y es algo que nunca cambiará. Te lo juro. “


“ Lo mismo digo, Dai. Es muy triste que tengamos que despedirnos por teléfono, pero las dos coincidimos en que es lo mejor. Que tengas suerte; espero que encuentres tu felicidad. “


“ Yo también lo espero… Adiós…. “


“ Adiós… “


Beth cortó la llamada, y yo me quedé mirando a la nada. Minutos después, me dirigí al cuarto de baño, me lavé la cara con agua helada y bajé al comedor. Mi padre y mi madre estaban hablando con susurros, y se sorprendieron muchísimo ante mi entrada.


“ Papá, mamá. “ empecé después de unos segundos. “ He estado hablando con Beth, y entre las dos hemos llegado a una conclusión. Voy a irme a vivir a Vrenies. “ Después de haberlo dicho, pude volver a respirar con tranquilidad.


“ Ca-cariño… “ dijo mi madre emocionada. “ Me hace muy feliz que digas eso… Sabía que hacía bien llamando a Beth… “


La fulminé con la mirada.


“ No quiero que vuelvas a llamarla nunca más sin mi permiso, ¿vale? “ Estaba hablando muy en serio, y mi madre lo sabía, por lo que se limitó a afirmar con la cabeza.


“ Es lo mejor que puedes hacer. “ intervino mi padre refiriéndose a mi partida hacia Vrenies. “Espero que volver allí te sirva para recordar lo que has olvidado. “


“ Yo también lo espero. “ dije coincidiendo con él. “ Y también espero poder encontrar la paz que me falta. “


Mis padres me miraron sorprendidos, pero se limitaron a asentir, impresionados por mi madurez. Les di un largo abrazo a cada uno y luego me fui a la habitación a prepararme la maleta. Había mucho por hacer, ya que finalmente los tres habíamos decidido que era más conveniente que me marchase mañana por la tarde. Iba a irme en avión, y aunque me daba pánico ir sola, aquél iba a ser mi primer gran desafío. Aparte de lidiar con estar separada de Beth, claro.







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teerminó el capii 3 :D:D






espero de verdaad que os haya gustado... aunque solo sea un poquitíin..








besoos!







jeei


holaaa^^


he vueltoo... ¡TERMINÉ LOS EXÁMENES y EL CURSO! bieen :D

enfiin... vengo a contaros que como ya estoy oficialmente de vacaciones voy a dedicarme exclusivamente a escribir juju... que ya tenía muchas ganaas que hace muchísimo tiempo que no escribo;)

Posteo para deciros esto y también que voy a participar en un concurso*.*


ahahha sii! creo que es el primero en el que participo porque no soy demasiado activa y la verdad me conecto cuando puedo y cuando mi ordenador me dejaa¬¬ (MALO T__T)


y estoy orgullosa de ser una participante de un concursoo:D ( sé que no es para tanto, pero que más da, me hace ilusión :)


CONCURSO BREE TANNER









Aquí os dejo algunas cositas sobre el concurso (:


en el blog ---> http://s-delibros.blogspot.com/


pregunta a responder ---> ¿A quién NO convertirías en vampiro -neófito- y porqué?


Las respuestas más originales, divertidas, detalladas o sorprendentes entrarán en el sorteo del libro.


PARA MÁS INFO DEL CONCURSITO ---> http://sdelibros.blogspot.com/



Pasaros y concursaaaaaaaad:D





____


cambiando de temaa... espero poder colgar pronto el capitulo 3^^






besoos





jeei!


holaaaaaaa(:

aun no tengo el capi 3 listooo porquee estoy en semana de exámenes... :S

pero bueno os traigo un pequeño " regalito " si así podemos llamarlo...

Son las imágenes de algunos de los personajes que han salido hasta ahora... no de todos porque no he tenido tiempo suficiente...pero bueno que vamos a hacerle...


espero que os gusten y si no pues me lo decís y listo :D


aquí os los dejo:


Daianne






(Cuando la ví en seguida supe que era mi Daianne, transmite mucha fuerza y al mismo tiempo ingenuidad en esos enormes ojos verdes. Me encanta)

Beth





(Aquí se ha alisado el pelo, pero suele tenerlo rizado :d )


Eliot





(Aunque parezca emo no lo es... XD )

Fiona







(Nada que decir... es bastante similar a como la imaginé)






¿os gustan?







espero que sii :D






besoos








rezo para poder postear el capi este finde ;)







jeei.


Holaaaaaaaaa:D
como os prometí hoy os traigo el capitulo 2 de la historiaaaa(:
espero que os guste y que comentéeiiiis
muchísimas gracias a los que me apoyáis y me animáis a seguir escribiendo, aprecio mucho vuestros comentarios


buenoo... os dejo con el capi 2 (:





Capítulo 2: Decisiones







Escudriñé rápidamente el suelo fingiendo que había algo mínimamente interesante en él, porque se me hacía imposible mirar a Beth a la cara. ¿Cómo era posible que alguien tan dulce y angelical como ella tuviese leucemia? Ella, una chiquilla tan amable y bondadosa, siempre dispuesta a ayudar a los demás. ¿Era una especie de broma cósmica del destino? Aquella era una pregunta a la que era imposible responder, pero había algo que tenía muy claro: Beth no se merecía la muerte. Ni ella ni nadie, estaba claro, pero Beth era diferente. Ella era tan frágil, tan inocente. Ella era… Beth… y no podía morir tan joven. No sabía qué podía hacer, pero no pensaba dejar que muriese. No sin luchar antes con todas mis fuerzas. Pero… ¿Qué podía hacer yo para luchar en contra de una enfermedad? Y encima leucemia… No sabía demasiado bien lo que era la leucemia, solo había visto la mención de algún caso grave por televisión, pero aparte de eso, aquella enfermedad era una gran incógnita para mí.


Incapaz de seguir mirando al suelo por más tiempo, levanté la mirada y la fijé en Beth, dispuesta a formular todas las preguntas que me preocupaban enormemente.


“ Beth… “ empecé. “ Lo siento. “ dije cuando noté un cambio repentino en su apariencia. El peso del sufrimiento. “ Sé que no te apetece seguir hablando de esto, pero necesito que me aclares algunos puntos. “


Volví a posar mi mirada sobre ella, esperando su reacción, y al ver que su cara se mostraba inexpresiva empecé con el bombardeo.


“ ¿Puedes morir de leucemia, verdad? “


Beth meditó un poco la pregunta antes de responder.


“ Si, claro que puedes. Pero todo depende de lo evolucionada que esté la enfermedad, y de la persona que la padezca. “


“ Claro, claro. “ le respondí intentando asimilar sus palabras. “ Y… “ Tenía miedo de preguntarle aquello. Estaba total y absolutamente aterrada de lo que podía llegar a responderme. ¿Y si ella…? No, no podía ni pensarlo. Me negaba rotundamente a considerar la posibilidad de que Beth muriese. Punto. Pero pensaba que aunque no pudiese soportar la respuesta, tenía que conocer la gravedad del caso, mas no era capaz de darles palabras a mis pensamientos. El miedo de perderla era como una sombra que se posaba sobre mí y que me acosaba despiadadamente.


“ Quieres preguntarme cómo de avanzada está mi enfermedad, ¿verdad? “ soltó Beth de sopetón.


“ Si… “ dije avergonzada por haberla obligado a afrontar su miedo, cuando tenía que ser yo la que venciera al mío propio. Beth ya tenía bastante con lo que se le había caído encima.


Beth resopló.


La miré interrogativamente, pero ella se limitó a mostrar indiferencia y a esperar a que enmendara mis errores.


“ Eso es exactamente lo que quería preguntarte. ¿Vas a ponerte bien, no es así? “ Di que sí, por favor, di que sí… le rogaba interiormente.
Me miró. Se la notaba preocupada, e incluso un poco incómoda con la situación.


“ Dai…yo… “ Intentó seguir, pero se le quebró la voz y rompió a llorar silenciosamente, mientras un ligero temblor sacudía sus espaldas.


“ Beth… “ dije susurrando. “ Oh, no, Dios mío. ¡BETH! ¡Responde, te lo ruego! “
En aquel instante Beth paró de llorar, se enjuagó algunas lágrimas rebeldes que surcaban su mejilla con el dorso del jersey y clavó su vista en el suelo.


“ ¡Beth, por favor! “ le supliqué.


“ Dios, Dai, no lo sé. “ dijo aún con la voz rota y sin levantar los ojos de los azulejos del pasillo del edificio. Había recurrido a la misma táctica que yo: pretender que había algo interesante en el piso. “ Los médicos se han negado a darme información, solo sé lo que te he contado y poco más. Sobre el estado de la enfermedad… creo que la han detectado a tiempo, pero evoluciona más rápido de lo normal, y están realmente preocupados por ese detalle.


“ Me lo imagino. “ dije intentando ponerme en su piel. “ Pero… Bethy… ¿Cuánto hace que lo sabes? “ pregunté inocentemente.


“ Te lo he dicho antes. “ respondió un poco exasperada. “ Hace aproximadamente una semana.“


“ Es cierto, lo habías dicho antes, pero es que con los nervios se me olvida todo. Ahora solo hay una cosa que no para de dar vueltas dentro de mi cabeza y que me come viva por dentro…”


“ No sigas. “ suplicó mi amiga.


“ No iba a hacerlo. “ le dije horrorizada. No tenía intención alguna de exponerle mis dudas sobre la seguridad de su vida, ni mucho menos mis preocupaciones. La pobre ya tenía bastante, mucho y demasiado con lo suyo.
Nos quedamos en silencio, puesto que ninguna de las dos sabía que decir ni encontraba una forma de reconducir la situación hacia un tema más banal. Era imposible. De repente, una luz se encendió dentro de mi cabeza e iba a intentar entablar conversación, pero Beth se me adelantó.


“ Van a ingresarme en una semana. “ dijo de un tirón. “ Te lo digo por si querías saberlo. “


Casi se me cae la boca al suelo. Hospital, operaciones, análisis, enfermedades, diagnósticos,… Aquél mundo había estado muy alejado de mi hasta aquel entonces, y ahora sentía que las cosas iban a cambiar, y mucho. Incluso más de lo que yo podía llegar a imaginarme.


Beth se rió sin ganas al ver la cara que había puesto. Era probable que el color que teñía mis mejillas hubiese desaparecido y estuviese pálida como una muerta, o puede que algo peor. Si era posible, claro.


“ Tranquila, Daianne. No eres tú a la que van a ingresar. Además, no tienes la
obligación de ir a verme, y lo sabes. “


“ ¡¿Pero tú estás tonta?! “ le grité fuera de mis cabales. “ Bethy, “ le dije aún muy enfadada pero un poco más tranquila unos segundos después. “ eres mi mejor amiga, ¿Cómo quieres que no vaya a verte al hospital? Además, para que te quede claro, no me preocupa el hospital en sí. Me preocupas tú, y mucho. Más de lo que me gustaría admitir. “


“ Te quiero tanto. “ respondió rodeándome con sus brazos para abrazarme. “ Eres la mejor. “ Depositó un beso en mi mejilla y volvió a abrazarme con fuerza.


“ No, tu eres la mejor. “ le dije devolviéndole el abrazo y apoyando mi cabeza en su hombro. “Y yo te quiero más. “ añadí al final.


Beth se separó ligeramente de mí y me miró a los ojos, que para mi alivio, volvían a ser tan azules y vivos como siempre. La preocupación y el miedo no habían desaparecido de su cuerpo, pero al menos por el momento habían quedado en un segundo plano. Lo mismo me ocurría a mí. Minutos antes había estado a punto de estallar de los nervios, pero al hablar y actuar tan normalmente durante los últimos segundos se me había pasado un poco la inquietud.


“ Por cierto… “ pregunté rompiendo la atmósfera cálida y amistosa. “ ¿Lo sabe Eliot?“


El silencio volvió a hacerse el rey de nuestro espacio de conversación por milésima vez.


“ … “


“ ¿Bethy? “


“ No, y no quiero que lo sepa. “ dijo al fin.


“ Pero Beth… él es tu novio… tiene derecho a saberlo. Tanto como yo. “ le aseguré.


“ ¿Y? Que tenga derecho a saberlo ni significa que vaya a decírselo. Además, ya sabes cómo es, se preocupa por todo, incluso más que tú y yo, y eso que parece imposible. “


“ No seas exagerada. Te quiere con locura, y hace lo que tiene que hacer, que es preocuparse por su novia y desvivirse por ella. ¿Qué más quieres? “


“ Si, lo sé. No estoy cuestionando su amor hacia mí, es solo que no quiero preocuparlo más de lo que ya está. Vive preocupado, Dai.


“ Tienes razón. La verdad es que es exactamente como dices, pero creo que Eliot tiene derecho… “ A la mitad de la frase alguien me interrumpió con un sonoro carraspeo. Me giré inmediatamente, al mismo tiempo que Beth, y adivinad a quien nos encontramos…


“ ¿Qué pasa conmigo, chicas? “ dijo Eliot al sentir que recibía toda nuestra atención. “ Es que veréis, hace un rato que estoy sintiendo un molesto pitido en las orejas, y creo que ya sé quiénes son las responsables. “ Nos miro acusadoramente.


“ Culpable. “ me declaré al instante. “ Pero teníamos un buen motivo. “ Aquella era mi oportunidad perfecta para que Beth le contase a Eliot sobre su enfermedad. Era el momento de sincerarse. Además, creía que Eliot, como su novio que era, tenía que enterarse de lo que le estaba pasando a su amorcito. No entendía porque Beth se negaba a contárselo. Al fin y al cabo, si no se lo contaba ella lo haría otra persona, puesto que en aquel instituto los rumores circulaban a la velocidad de la luz. Y en mi opinión, era preferible que se enterase por la boquita de la afectada que por fuentes externas, porque de esa forma era menos doloroso y más creíble. Si Beth se lo contaba, le estaría demostrando a Eliot que confiaba plenamente en él y que esperaba que le diese todo su apoyo. Por todos aquellos motivos, hice de la mala de la película por una vez en mi vida. “ La verdad es que Beth tenía algo que quería decirte, pero no sabía cómo hacerlo, por lo que ha venido a pedirme consejo. “ dije mirando a Eliot y dedicándole una de mis mejores sonrisas. Sentí que Beth me estaba fulminando con la mirada, pero le hice caso omiso y me fui como si nada con un simple adiós, dejando atrás a una mosqueada Beth y a un curioso Eliot, que moría por saber de qué quería hablarle su chica.


No me sentí culpable de lo que había hecho ni un solo instante, puesto que creía que era lo correcto. Ahora los dos tendrían tiempo de pararse a hablar y sincerarse totalmente el uno con el otro, aunque la que tendría que hablar más era Beth, por supuesto, porque no es nada fácil explicarle a un ser querido que puede que te estés muriendo. No le había sido fácil conmigo, y con Eliot aún lo sería menos, porque él tenía una tendencia innata a preocuparse por sandeces. Sabía que se alarmaría mucho cuando Beth le explicase la situación, pero tendría que sobrellevarlo como pudiera. Era su deber como novio. Amarla y ayudarla en todo lo que estuviera en sus manos.


Miré el reloj y vi que aún faltaba media hora para que empezaran las clases de la tarde. No tenía ganas de ir, pero no me quedaba otro remedio, puesto que si los profesores notaban mi ausencia injustificada era probable que empezaran a hacer preguntas y a buscarme. Podía dar la escusa de que me encontraba mal y había ido a la enfermería, pero aquello solo me serviría para cubrir una hora de ausencia, que era el tiempo en el que ya me había ausentado. Por lo tanto, decidí que no me saltaría más clases por ahora. Caminé tranquilamente hacia ninguna parte, sin rumbo ni dirección, hasta que mi estómago reclamó mi atención. Estaba hambrienta. Lo estaba desde que me había encontrado con Beth, pero nuestra conversación me había quitado el apetito. Y ahora no estaba mucho mejor que antes, pero intentaba distraer mis pensamientos pensando en algo que no fuese ella. La comida era una buena solución. Me dirigí hacia el comedor, un lugar feo y sin necesidad de descripción. Entré y fui a buscar la comida, – si se le podía llamar comida, claro – y me senté en la primera mesa disponible que vi.


Estaba sola, pero no me disgustaban en absoluto mis momentos de paz y tranquilidad. Podía pensar mejor. Miré la comida con asco y por una milésima parte de segundo me planteé no comer nada. Pero finalmente, el hambre – feroz enemigo – pudo conmigo y me engullí aquella imitación de puré en dos cucharadas. Luego ataqué al pollo, que estaba desecho y tenía un sabor extraño, pero intenté no reparar en como sabía y concentrarme solo en comer. Para acabar de mejorar mi día, se les había terminado el postre, y ahora tenía que quedarme sin lo más bueno y atrayente de la comida. El flan. Lo amaba, estaba loca por él, y me enojó muchísimo haberme quedado sin, pero intenté no darle importancia y salir del comedor tan rápido como me fuese posible, rezando por no encontrarme a Fiona. Mis peticiones no fueron escuchadas, y para terminar de tener un día redondo, alguien me barró el paso cuando intentaba salir pitando por la puerta.


Bufé desesperada al verme sin escapatoria. Me reproché a mí misma no haber sido más rápida y no haber pensado en que podía toparme con Fiona hasta el último instante. Lo de Beth me tenía muy ocupada. Tanto que había olvidado a la harpía número uno del instituto, algo que parecía imposible en circunstancias normales.


“ Hey, Daianne “ me dijo Fiona con su irritante voz de pito. “ ¿Adonde crees que vas?“


“ Lejos de ti. “ le dije sin titubear.


“ Ja,ja. Muy graciosa. “ dijo sin reírse.


“ Entonces, si es tan gracioso, ¿Por qué no te estás riendo? “ le dije con fingida inocencia.


Su cara cambió por completo y me dirigió una mirada llena de odio.


“ Me sacas de quicio, señorita impopularidad. “


No me afectó su comentario, porque estaba harta de oír siempre la misma cancioncita. Fiona era una chica superficial y materialista que se divertía molestando a los que no eran como ella. Se consideraba la reina del lugar, y tenía a muchos alumnos besándole los pies. La mayoría de ellos la odiaban, pero por el solo hecho de estar más cerca de la popularidad o de no ser acosado, todos hacían lo que ella les mandaba. Pero claro, yo era la excepción, y aquello la frustraba. No estaba acostumbrada a encontrar a alguien que no se sintiera atraído por la popularidad, y a mí no había nada en el mundo que pudiese importarme menos. La gente popular era excéntrica e hipócrita, siempre creyéndose mejor que los demás cuando en realidad eran incluso peores. Su aspecto exterior no justificaba las maldades y atrocidades que cometían a diario. Fiona era una abusona, y los abusones me crispaban los nervios.


Había tenido que proteger a Beth de Fiona en algunas ocasiones, porque ésta estaba celosa de su inocente belleza. Beth y Fiona eran totalmente opuestas en todos los aspectos. Beth era inocente y su aspecto era el de un ángel puro y brillante. Fiona también era guapísima, algo que yo odiaba admitir, pero mi lema siempre ha sido la verdad por encima de todo. Pero su belleza era distinta a la de Beth. Fiona era bastante bella, pero no fuera de los límites normales como Beth. Además, era conocida principalmente por su fama con los chicos, y eso le restaba muchos puntos.


“ ¿Te aprendes las frases de memoria, Fiona? Porque siempre estás diciendo lo mismo… Yo ya sabía que tu lista de vocabulario no era muy extensa, pero , francamente, me ha sorprendido lo estúpida que puedes llegar a ser. “


Su cara se volvió roja. Ya estaba, ya lo había hecho. Ahora no había marcha atrás, y tendría que soportar las consecuencias de mi pecado. Su ira se descargaría sobre mí como una tormenta eléctrica.


“ ¿Pero tú que te crees, don nadie? ¿Qué puedes ir hablando así a la chica más popular del instituto? Te has metido en un buen lio, listilla. “


“ Uy, si, mira como tiemblo. “ dije burlándome de su comentario.


“ Si,si. Ahora ríete, pero por si no lo sabes, quien ríe último ríe más. “ dijo curvando sus labios color cereza en una sonrisa y mostrando sus perfectos dientes.


“ En realidad, Fiona, el refrán no es así. “ le dije vacilándola un poco más de lo que ya había hecho. Total, ya no podía odiarme más que ahora. “ Es quien ríe último ríe mejor. “


“ Da igual. “ Era consciente de su error y estaba avergonzada, pero intentó disimularlo escondiéndose bajo una capa de superioridad que siempre la rodeaba. “ Si yo digo que el refrán es quien ríe último ríe más, significa que es como yo lo digo, ¿estamos? “


“ Como tu digas. “ respondí sin poder esconder una sonrisa. “ Yo solo te he dicho la verdad, pero claro, en tus manos está alterarla a tu voluntad. “


“ Cállate, estúpida. Si sabes lo que te conviene ahora mismo vas a salir de mi vista y no vas a volver a aparecer nunca más delante de mí. “


“ ¿Perdón? ¿Quién te crees que eres para darme órdenes? ¿Es que aún no te ha quedado claro que yo no soy como los demás, que a mí no vas a poder moldearme a tu voluntad? No soy tu títere, Fiona. Es más, ni si quiera estoy a tu alcance. Y si de verdad sabes lo que te conviene, serás tú quien saldrá de mi vista y no se aparecerá más delante de mí. “ Ahora sí que había metido la pata de lleno. Había hecho gala de una valentía que no poseía, y tendría que cargar con las consecuencias.


La reacción de Fiona fue tan predecible como siempre. Era una persona irascible, que con la mínima contradicción la tomaba contigo y no te dejaba hasta humillarte completamente. Sabía de chicas a las que había acosado y que no habían vuelto a aparecer por el instituto nunca más; pero yo tenía claro que no iba a ser una de ellas. Los comentarios de Fiona no me intimidaban en absoluto, pues sabía que ella hablaba mucho pero no hacía nada, ya que toda la fuerza se le escapaba por la boca. Aún así, me era desagradable toparme con ella todos los días, por lo que intentaba evitarla, algunas veces con más éxito que otras. Intentaba evitarla principalmente porque no quería que me cogiese más tirria de la que ya me tenía, pero también lo hacía porque perdía mucho tiempo hablando con semejante idiota. No le tenía miedo, pero tampoco quería jugar con fuego, porque podía acabar quemándome.


“ ¡Tú! ¿Qué t-te ha-has creí-í-d-do? “ respondió incapaz de controlar su tartamudez de lo enfadada que estaba.


“ Oh, Fiona. “ respondí incapaz de dejar de mirar mi reloj; tenía prisa por irme de allí. “ Si quieres puedo recomendarte un logopeda muy bueno para que te ayude con tus pequeños problemas de… tartamudez. “ Aquella fue la gota que colmó el vaso. Era probable que estuviese a punto de quemarme por haber cogido las llamas entre mis dedos, por lo que recé deseando que no se hubiera vuelto loca.


“ ¡Zorra! “ gritó antes de lanzarse sobre de mí, apuntándome con sus uñas pintadas de rojo carmesí .


Aquel ataque me pilló por sorpresa, por lo que no habría podido defenderme si no hubiera sido porque Josh, el novio de Fiona, se interpuso entre ella y yo cogiendo a su novia por la cintura y llevándosela lejos, no sin antes mirarme y dedicarme una sonrisa a modo de disculpa por el comportamiento de Fiona.


Josh era un buen tipo, o así lo consideraba yo. Rubio y de ojos azules, era el típico chico de instituto por la que todas babean y que está destinado a quedarse con la chica más linda y sexy del lugar. Él no era la excepción a la norma, puesto que estaba saliendo con Fiona, pero era distinto a ella en muchos sentidos. No era un abusón, era simpático y muy agradable. En otras circunstancias, sin la estúpida de Fiona en medio, probablemente hubiésemos sido grandes amigos, pero ella era un obstáculo en nuestra amistad y siempre lo había sido. Por lo tanto, Josh se dedicaba a interponerse entre nosotras en el momento indicado, cuando Fiona se salía de control. Aquella era la gran amistad que había entre Josh y yo. Era algo de agradecer, porque me había salvado el pescuezo más de una vez. No es que fuese una chica débil, más bien al contrario, yo siempre fui fuerte. Pero a veces, Fiona me tomaba por sorpresa y no tenía tiempo para reaccionar. Como hoy, por ejemplo.


Dejé de darle vueltas a la rabieta de Fiona y me dirigí hacia mi siguiente clase.
Faltaban dos minutos exactos para que sonara el timbre que indicaba el fin del receso, y yo no tenía intención de volver a hacer pellas. Caminé tranquilamente por el pasillo aún vacio, –los estudiantes estaban aún en el comedor, intentando retrasar lo inevitable– y me detuve solo cuando oí dos voces aproximarse. Escudriñé los alrededores hasta que divisé las figuras de Beth y Eliot a lo lejos, andando a paso ligero. Les hice un gesto de saludo con la mano, y al verme cambiaron el rumbo y se dirigieron hacia mí.


Los dos estaban sonriendo, por lo que supuse que había ido bien y que ahora estaban más unidos que nunca. Me alegré por ellos; era bueno que al menos alguien estuviese mínimamente feliz.


“ ¿Cómo estáis, parejita? “ Les dediqué mi mejor sonrisa, aquella que guardaba para las ocasiones especiales.


“ Fenomenal. “ respondió Beth, devolviéndome la sonrisa.


Eliot la miró tiernamente durante un instante y luego se dirigió a mí.


“ Lo mismo digo. “


“ Me alegro por vosotros, de verdad. “


“ Por cierto, Beth. “ siguió Eliot. “ Debo darte las gracias por haber obligado a Beth a contarme lo que le sucedía; la verdad es que últimamente la notaba muy extraña, pero no le había dicho nada para no presionarla. Ahora que estoy al corriente de la situación estoy mucho más preocupado que antes, pero al menos ya sé a lo que me enfrento. Y Beth también sabe que voy a apoyarla en todo y más. “


“ Eso es exactamente lo que quería oír. “ le respondí infundiéndole ánimos. “ Beth, no es necesario que me des las gracias. “ dije posando mi mirada sobre ella.


Como única respuesta, la chica se limitó a reír por lo bajo y a mirar a Eliot con intensidad. No me había equivocado, su confianza era mucho mayor que antes.


Teníamos la intención de seguir hablando, pero el timbre interrumpió la conversación y se llevó todo lo que teníamos en mente. Entramos cabizbajos al aula de arte – la clase que nos tocaba a primera hora de la tarde – y nos sentamos en nuestros sitios respectivos. Yo al fondo de la clase; Eliot y Beth al lado de la ventana. Esperamos pacientemente a que los alumnos fuesen entrando pacientemente a clase, y cuando estuvimos todos y el bullicio reinaba en aquella habitación, la profesora hizo acto de presencia. Lina era una mujer que rondaba los cuarenta años, pero que aparentaba muchos más. Vestía un poco extravagante, mezclando colores que no tenían nada que ver los unos con los otros, y llevaba unas gafas demasiado grandes para su rostro, pero era una profesora muy querida por todos. Era simpática y graciosa, y aunque a veces un poco desfasada, intentaba hacer las clases más llevaderas e interesantes. Arte era mi asignatura favorita, en parte gracias a Lina, porque había hecho nacer en mí una vena artista.


Lina nos saludó efusivamente y se dispuso a empezar con su clase, pero un sonoro golpe en la puerta la interrumpió.


“ Adelante. “ dijo levantando la voz para que la persona que esperaba detrás de la puerta pudiese oírla.


La puerta se abrió ligeramente y apareció la cabeza del conserje Adam por el reducido espacio.


“ Siento interrumpir la clase, Lina, “ se excusó Adam. “ pero la señorita Gabini tiene una llamada urgente procedente de su casa. Por lo tanto, necesito que me acompañe. Señorita Gabini… “ dijo buscándome frenéticamente por el aula. “ acompáñeme por favor. “ terminó posando su mirada unos breves instantes sobre mí en cuanto me hubo localizado.


Me levante silenciosamente, muy sorprendida de que mis padres me hubiesen llamado en horario escolar, puesto que no era su estilo. Miré significativamente a Beth, quién me devolvió una mirada interrogativa. Le sonreí y me dirigí hacia la puerta, murmurando un adiós ininteligible y fijando la vista en Adam, el conserje. Era un hombre de mediana edad a quién se le notaba que había sufrido mucho durante su juventud. De rasgos muy pronunciados y tez oscura, había envejecido prematuramente. Aún así, era un buen hombre, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Al salir del aula, le seguí unos metros por detrás hacia la conserjería. Caminábamos a paso rápido, sin detenernos en ningún momento. Cuando llegamos a nuestra destinación, Adam me acercó un teléfono rojo que tenía toda la pinta de ser una verdadera antigüedad. No lo había usado nunca antes, pero recordaba haberlo visto alguna vez durante mis breves visitas al conserje. Lo cogí dubitativa y me lo acerqué a la oreja.


“ ¿Si? “ pregunté impaciente.


“ ¿Hija? “ Sin duda era la voz de mi madre, y parecía bastante nerviosa.


“ Si, mamá, soy yo, Daianne. “


“ Oh, hola cariño. Debes venir a casa. “ dijo sin rodeos.


“ ¿Pero qué…? ¿Ahora…? “ Estaba muy confundida, era anormal que mi madre me llamase en el colegio, nunca antes lo había hecho, pero era aún más sorprendente que lo hiciese para pedirme que volviera a casa.


“ Si, ahora. Es muy urgente. “ Su voz era apremiante, y parecía como si hubiese estado llorando, porque su voz sonaba ligeramente diferente.


“ Pero mamá, ¿Qué está pasando? Estoy asustada… “


“ No, nada grave. “ dijo intentando quitarle importancia al asunto. “ Pero tienes que volver a casa. “


“ Pero, ¿ahora? ¿No puedes esperar a que terminen mis clases? Solo falta una hora… “


“ No. “ dijo rotundamente. “ Tu padre y yo necesitamos discutir algo contigo, y necesitamos hacerlo ahora mismo. “


“ Pues… ¿ahora voy? “ le dije a modo de pregunta.


“ Si, papá va a venir a recogerte ahora mismo. Ya está en camino. Beso, adiós.“


“ Que rapidez. “ murmuré antes de darme cuenta de que mi madre me había colgado sin darme tiempo a despedirme. “ Adiós, mami, yo también te quiero. “ le respondí aún sabiendo que no podía oírme.


Agradecí al conserje por las molestias, y me fui a clase a recoger mis cosas. Entré llamando tímidamente a la puerta y le pedí permiso a la profesora para abandonar la institución. Le dije que mis padres habían llamado y que tenía que volver a casa. No puso ninguna objeción. Miré a Beth de reojo mientras recogía mis cosas a toda prisa y me despedí de ella y de Eliot con un movimiento de cabeza. Me dirigí hacia la puerta sin volver la cabeza atrás y salí dignamente. Una vez en la calle, vi que el coche de mi padre ya estaba estacionado en una esquina, aparcado en doble fila. Miré al interior y divisé a un nervioso padre que miraba de un lado a otro frenéticamente. Me eché a andar a paso rápido, y una vez dentro del coche le di un beso en la mejilla a Richard.


“ Hola, papá. “


“ Hola, hija. “ La voz de mi padre no estaba en mejor estado que la de mi madre, se le notaba cansado y derrotado. No pude hacer nada más que compadecerme de ellos y asustarme por lo que había podido pasar que los pudiera tener bajo aquel estado de estrés. Su aspecto no se encontraba mucho mejor; noté que había cogido lo primero que había encontrado y que llevaba las gafas un poco torcidas. Richard siempre había sido un hombre atractivo, y las gafas le daban un toque intelectual, pero ahora, torcidas como se encontraban, le daban un aire de profesor chiflado.


Decidí esperar a que mi padre empezase a hablar, pero al ver que no intentaba iniciar conversación alguna, me di por vencida y decidí esperar hasta llegar a casa. No vivíamos muy lejos del instituto, por lo que acostumbraba a ir a pie. Me había sorprendido que mi padre me viniese a buscar en coche, pero no había puesto ninguna objeción porque odiaba caminar, y la idea de moverme en transporte me parecía muy tentadora. Después de cinco minutos dentro del coche – unos minutos que se me hicieron eternos porque reinaba entre nosotros un silencio incómodo – llegamos a casa sanos y salvos. Bajamos del coche rápidamente y entramos en casa a la velocidad de la luz.


Una vez dentro, noté que mi madre estaba sentada en el sofá con los codos encima de las piernas, y que mi padre se posicionaba a su lado sigilosamente. Aquel era su sitio para las conversaciones importantes. Lo sabía porque un año atrás me habían sermoneado sobre las desventajas del alcohol en aquél mismo sofá y en aquella misma posición. Me asusté. Los miré detenidamente, intentando leer sus rostros, pero el de mi madre estaba escondido detrás de sus manos y el de mi padre era una fría máscara sin expresión. Ya no podía estar más asustada. Mi padre me miraba con indiferencia, y cuando mi madre levantó la cabeza, vi que tenía los ojos vacios, y adiviné que era de tanto llorar.


“ Oh, vamos, qué pasa. “ estallé al fin. “ ¿Me habéis hecho venir hasta aquí para limitaros a mirarme sin decir nada? “


“ Daianne… “ empezó mi madre, temblorosa. “ Sabemos que lo que vamos a decirte no te gustará, pero es nuestro deber cuidar de ti, y con ese propósito haremos lo que sea necesario. Lo entiendes, ¿verdad? “


“ En serio, suéltalo de una vez. “ Estaba empezando a ponerme nerviosa. Intentaba hacerme la dura, pero me era totalmente imposible, puesto que el estado en el que se encontraban mis padres me hacía temer lo peor. ¿Qué diablos estaba pasando? ¿Y a que se referían con cuidarme y a hacer todo lo que creyesen necesario para aquél propósito?


“ Daianne, por favor, un poco más de respeto hacia tu madre. Ya es bastante difícil sin que tú nos presiones, así que, por favor, no compliques más las cosas. “


“ Si, si, lo que tu digas. “ dije rodando los ojos. “ Lo siento mamá. “


“ Hija… “ contestó mi madre, incapaz de seguir aguantando sus lágrimas.


“ Georgina. “ la consoló mi padre. “ Tranquila, vamos, tranquila. No es necesario que se lo digas tú, puedo hacerlo yo. “ le aseguró. “ Ve al cuarto, túmbate un rato. Vuelve cuando te sientas mejor, ¿vale? “


“ Richard… “


“ Haz lo que te digo. “


Mi madre, más sumisa que nunca, acató la orden que le había dado mi padre y se fue a su cuarto. Me entristecía profundamente verla tan mal. Ella era una mujer linda y llena de una vitalidad de la que yo carecía. La estrella de la casa, siempre dispuesta a salir y a pasar un buen rato. Aunque la edad le había pasado factura, aún conservaba la mayor parte de su belleza. Ella era como un cisne nadando entre patitos feos. Pero ahora… estaba demacrada, y parecía haber perdido la vitalidad tan característica que siempre la acompañaba.


“ Papá. “ le insté a seguir, desviando la atención de mi madre.


“ Antes que nada, es mejor que te sientes. “


Me senté sin rechistar y le miré expectante para obtener una respuesta.


“ Verás, “ empezó sin vacilar. “ ya sabes que últimamente tu madre y yo hemos estado en desacuerdo en algunos puntos. “ dijo remarcando especialmente la palabra puntos. “ También sabes que decidimos divorciarnos. “ Me miró esperando una reacción.


Asentí como única respuesta. Si había tenido alguna esperanza de que no se separasen, por pequeña que fuese, se acababa de disolver con la misma rapidez que había aparecido.


“ Pues hemos terminado con el papeleo, y ahora mismo no encontramos ningún motivo para vivir bajo el mismo techo. “


“ ¿Y ya está? ¿Eso era tan importante? Es asunto vuestro, y no mío. “ Estaba perpleja. ¿Por semejante estupidez me habían hecho salir del colegio?


“ Aún no he terminado. Calla y escucha, por favor. Y sobre todo, no vuelvas a interrumpirme. “ Me miró por encima de sus gafas, lanzando una advertencia. “ Tu madre y yo hemos estado hablando y hemos llegado a la conclusión de que ninguno de los dos puede quedarse a vivir en esta casa, “ dijo abarcando toda la habitación con la mirada. “ ya que queremos empezar una nueva vida alejados de todo lo que tenga que ver con ésta. “ continuó volviendo a abarcar el espacio donde nos encontrábamos con la mirada. ”Eso no te incluye a ti, por supuesto, porque te queremos con todo nuestro corazón. Pero el caso es, que ahora ninguno de los dos tiene la economía necesaria para mantenerte. “ Hizo una breve pausa mientras se frotaba los ojos con las manos.
“ Mientras vivíamos juntos y sumábamos la paga del uno a la del otro, no teníamos problema alguno para proporcionarte todo lo necesario, pero ahora que nuestra economía va a verse reducida a la mitad, nos es imposible cuidarte y proveerte de lo indispensable. Podríamos pagar una mitad cada uno, pero preferimos no tener contacto entre nosotros durante un tiempo... Además, tenemos que mudarnos, cada uno a un lugar distinto, y eso comporta más gastos. “ Detuvo su relato durante unos instantes para ver mi reacción, pero al ver que no hacía nada en especial, lo retomó donde lo había dejado. “ Por lo tanto, nos hemos roto la cabeza hasta hallar una solución temporal, que solo durará hasta que podamos establecernos y garantirte una vida cómoda y sin problemas. Cuando eso suceda, vas a vivir una temporada conmigo y otra con tu madre. Pero mientras tanto, creemos que la mejor solución es que te vayas a vivir con la hermana de tu madre, Rachel. “


“ Te refieres a… ¿mudarme? “


“ Si. “ dijo suspirando.


“ No. No voy a hacerlo. Me niego rotundamente. “


“ No te estoy preguntando por tu opinión, Daianne, sólo te estoy informando sobre nuestra decisión. Te vas en dos días. “



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y aquii termina el capii 2 :)


espero que os haya gustado y como he dicho antes, comentad haha




besoos






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